Como Clara y
yo colaboramos cada vez más con otros traductores y revisamos bastantes textos,
he observado cada vez más que hay traductores que se quedan anclados en lo que
aprendieron en el pasado y se niegan o se emperran en no cambiar sus
costumbres. Yo estoy de acuerdo en que una traducción conlleva un trabajo de
documentación y que debemos defender nuestro trabajo cuando estamos seguros o
convencidos de las decisiones que hemos tomado, pero no estoy de acuerdo en que
nos cerremos en banda a recibir críticas cuando esas críticas tienen razón de
ser.
Me refiero
principalmente a asuntos gramaticales. Nos hemos encontrado con bastantes
traductores que se niegan a quitar la tilde al «solo», que siguen acentuando
los pronombres demostrativos o que, por vicio o costumbre, usan estructuras que
no son propias del castellano sino calcos de los idiomas de los que traducen, por
ejemplo, poner una coma tras el saludo inicial en una carta, poner los días de
la semana en mayúscula, separar los prefijos de los lexemas, separar con comas
las subordinadas o saltarse el signo de interrogación o exclamación inicial.
Puede que esto os sorprenda, pero ocurre con mucha más frecuencia de lo que
creéis. Quizás algunos de estos fallos no ocurren dentro de las traducciones,
pero sí en los correos electrónicos que envían y esto, señores, da muy mala
impresión si proviene de una persona que se dedica o pretende dedicarse a
escribir en nuestro idioma. Lo peor de todo es que si se lo dices, tratan de
escudarse en argumentos de que si la RAE blabla y la RAE no sé qué. En efecto,
la RAE cambia normas o simplemente aclara o recomienda ciertos usos que podemos
poner en duda, pero la RAE es y, de momento, seguirá siendo una autoridad en el
ámbito del idioma y, por tanto, un traductor que quiera ser competente debe
conocer esos cambios en las normas o recomendaciones de esta autoridad, ya que
es una forma casi irrefutable de defender su trabajo.
Lo que
quiero decir con todo esto es que el idioma cambia, evoluciona y, con él, sus
normas, sus estructuras, su uso y los traductores tenemos la obligación de
estar al día y conocer estos cambios, evoluciones, normas, estructuras o usos y
reconocer nuestros vicios y problemas para tratarlos de resolver, ya que o nos «reciclamos» o nos quedamos fuera de la partida.