Año
nuevo, vida nueva… o eso dicen.
Es
muy típico, y que tire la primera piedra el que no lo haga, plantearse nuevos
propósitos (que cumpliremos o no) para el nuevo año. Todos empezamos con
ilusiones, ideas y determinaciones para enfrentarnos al año recién estrenado, aunque
muchas de estas ilusiones, ideas y determinaciones se pierden por el camino. No
obstante, las ilusiones nos hacen humanos y nos permiten enfrentarnos a los
problemas con energía y esperanza.
Mi
pregunta es: ¿y nosotros los traductores qué le pedimos al nuevo año? ¿Qué
prometemos y nos proponemos?
Yo, como traductora, más o menos cada año pido las mismas cosas y estos son mis
propósitos para el 2016:
- Traducir, traducir y seguir traduciendo:
que no me falte trabajo.
- Traducir, traducir y traducir bien: que
no baje mi calidad, que me siga preocupando e interesando lo que hago para ser
capaz de proporcionar el mejor producto.
- Traducir, traducir y traducir lo que me
gusta: saber discernir, saber decir que no, saber ver mis puntos positivos y
mis puntos negativos, y poder elegir mi trabajo. No tener miedo a que si digo
que no, no me vayan a volver a llamar. Saber decir que sí a los proyectos que
sé que voy a clavar y no a aquellos que no me hagan disfrutar de mi trabajo y
me hagan sentirme insegura.
- Traducir, traducir y traducir con justicia hacia lo que hago: no aceptar cualquier cosa, luchar por
los derechos de mi profesión y no dejar que me engañen o me prostituyan.
- Traducir, traducir y traducir acompañada:
colaborar con compañeros de profesión, ofrecer a mis clientes más posibilidades
en cooperación con otros traductores, saber pedir ayuda, consultar mis dudas
con otros profesionales y participar en actividades en las que conozca a otros
en mi misma situación.
- Traducir, traducir y crecer como
traductora: aprender más neerlandés, dominar más herramientas, no asustarme ante
nuevos retos, especializarme más aún y no quedarme en mi espacio de comodidad
con los brazos cruzados esperando a que el trabajo caiga del cielo.
- Traducir, traducir y traducir con modestia:
las normas cambian y yo no lo sé todo, los clientes piden cosas y yo tengo que
bajarme a veces del burro, la traducción está al servicio de los demás y a
veces hay que tragarse el orgullo.
- Traducir, traducir y ser feliz: disfrutar
de lo que hago y que la traducción sea mi adorada profesión, pero no toda mi vida.
¿No
está mal para empezar, no?