Ya he
hablado varias veces del tema de la especialización y de que siempre recomiendo
a los estudiantes que se especialicen en una determinada área porque el que
mucho abarca poco aprieta y ayer precisamente estuvimos hablando de este tema
en TransCreat, sobre si realmente es factible que un traductor solo se dedique
a un campo específico o si al final estamos condenados a saber un poco de
muchas cosas pero realmente no mucho de nada.
Es un tema
peliagudo porque, a menudo, aunque queremos dirigir nuestro futuro hacia un
determinado objetivo, el mundo que nos rodea se empeña en ponernos obstáculos o
pruebas por el camino. Es decir, con frecuencia, si quieres vivir bien de la
traducción, no puedes descartar temas más generales u otras especialidades que
no te gusten tanto. El problema derivado es que a veces te ves aceptando textos
que personalmente no te dicen nada o que no te disgustan, pero tampoco son lo
que soñabas cuando pensabas en lo que querías hacer cuando fueras traductor y
cuando llegan los que de verdad te gustan o los temas con los que realmente te
sientes cómodo, no tienes capacidad para aceptarlos.

No sabría
decir cuál es la mejor opción: si solo aceptar lo que quieres hacer o si
conformarte para al menos alcanzar un buen sueldo a final de mes. Cualquiera de
las dos opciones tienen sus pros y contras. No obstante, lo ideal sería llegar
a un punto medio. Creo realmente que traducimos mejor si lo que traducimos nos
gusta, si nos hace felices y, si traducimos mejor, generamos más confianza
entre nuestros clientes. Por tanto, sí, invito a que tratemos de marcarnos un
objetivo en un ámbito específico y luchemos por lograrlo, aunque eso no implique
que descartemos aprender otras cosas por el camino por si las moscas o por si
encontramos algo que sorprendentemente nos guste más o se nos dé mejor.
¿Cómo
podemos lograr esto? Me imagino que lo primero es asentarnos, crecer como
traductores y tener una fuente de ingresos constante y, para ello, hay que
tener paciencia. Cuando hayamos conseguido esto, podremos priorizar entre lo
que nos gusta más y lo que no nos gusta tanto, pero durante ese camino, no hay
que dejar de intentarlo, hay que buscar clientes del área que queremos, hay que
fortalecer nuestra red de contactos tanto dentro de esa área como en otras y
seguirnos formando en aquello que nos guste para que cuando llegue, podamos
realmente vivir de ello sin necesidad de tener que recurrir a otras fuentes de
ingresos o simplemente delegando lo que no nos hace felices. Al fin y al cabo,
sobre gustos, no hay nada escrito y siempre habrá alguien al que le entusiasme
el tipo de texto que a ti no te hace ni fu ni fa. Para eso, está la red de
contactos porque, al fin y al cabo, unidos los traductores somos más felices y
más fuertes.